jueves, 24 de octubre de 2013

Enric Lacalle (delegado en el Consorci de la Zona Franca de Barcelona)

Enric Lacalle, delegado del Consorcio de la Zona Franca, impulsora de futuros rascacielos


 [Entrevista publicada en 'selectaBarcelona', otoño 2001]
"UN RASCACIELOS SERÁ EL ICONO DE LA CIUDAD DEL SIGLO XXI"

La arquitectura de una ciudad es el mejor símbolo de su proyección hacia el mundo. Y los rascacielos, hoy, son la mejor muestra de esta proyección. Demuestran ‘su poder’, o para decirlo de una forma más suave, su dinamismo y su  presencia en el mundo. La cuestión de los rascacielos siempre se ha movido en un ambiente de secretismo, mal visto por muchos sectores de la ciudad. Enric Lacalle, delegado del Consorci de la Zona Franca de Barcelona no es de esta opinión. Ha querido hablar de forma sincera sobre este tema. Le hemos entrevistado y le preguntamos si Barcelona, en este sentido, ¿está a la altura que se merece?

Complicada respuesta. Barcelona hasta el momento no tiene altos rascacielos, ni edificios espectaculares por su altura, pero sí cuenta con una arquitectura de mucha calidad, que la hace singular en el mundo entero.

-¿Alcanzar el cielo a través de la arquitectura es un reto de ciudad del siglo XXI o es un reto que pertenece al pasado, es decir, a la arquitectura del siglo XX?
            Los rascacielos aparecieron a finales del siglo XIX muy ligados a las nuevas e impetuosas ciudades norteamericanas, como Chicago y Nueva York, que estaban emergiendo con gran rapidez. El nacimiento de los rascacielos estuvo muy relacionado con la escuela norteamericana que utilizó las nuevas técnicas y nuevos materiales que estaban apareciendo y que revolucionaron la manera de edificar. Este método, posteriormente,  ha sido copiado por las grandes urbes del planeta, sobre todo las más pujantes.

-Barcelona, es evidente, en el siglo XX dejó pasar el tren del alarde arquitectónico visto a través del rascacielos. Ahora, en cambio con el cambio de milenio, ¿quiere apostar por estos edificios?
            Lo importante no es si se hacen o no rascacielos. Lo fundamental es que Barcelona se decante por la buena arquitectura, y si esta resulta ser de rascacielos, ¿por qué no construirlos? En realidad, muy pocos de los edificios altos que tiene Barcelona pasan de los 100 metros y la mayoría de los que se están estudiando en la actualidad, tampoco los rebasan. No creo, por tanto, que esto sea relevante. Le puedo decir que muchos de estos edificios no se pueden considerar rascacielos en el estricto sentido de la palabra, sino son más bien torres… En mi opinión, estas construcciones, la mayoría de ellos destinadas a un uso terciario, serán como esbeltas torres que quedarán dispersas por la ciudad y han de ser como monumentos singulares por sí mismos, y sometidos a una rigurosa exigencia de calidad. Estos edificios han de perseguir la singularidad, y, en algún caso, convertirse en nuevos emblemas de la Barcelona del siglo XXI. Yo pienso que en este tipo de edificios puede ser una excelente solución para las nuevas áreas de la ciudad, como es la nueva Diagonal, la zona del Fòrum 2004 y la de la Sagrera.

-¿Qué simbología tiene un rascacielos para una ciudad?
El rascacielos da una imagen muy potente, de fuerza, de poder económico y tecnológico, de modernidad. Son imágenes multiplicadas hasta el infinito por los medios audiovisuales.  Los rascacielos ofrecen una simbología ligada al empuje empresarial, al dinamismo y a la innovación de una colectividad. Esta es, y continua siendo, la imagen que trasmiten ciudades famosas por sus rascacielos, como Chicago o Nuevas York, las ciudades que se disputan  el título de paternidad de este tipo de edificación. Ahora este ideal está cautivando a las nuevas potencias emergentes del sudeste asiático. Por supuesto, es obvio, que quieren dar esta imagen de dinamismo y potencia, que pretenden proyectar a través de sus rascacielos. Pero para nuestra ciudad este no debe ser el factor único para construir o no rascacielos en Barcelona. Pero sí. Sin lugar a dudas, esta simbología del rascacielos como imagen de poder, es la que existe y tenemos todos en la cabeza.

-¿Barcelona puede soportar la construcción de rascacielos?
En un sentido económico sí. Ello debido la falta de suelo urbanizable, y sobre todo la marcada terciarización de nuestra economía. Los rascacielos pueden ser una solución para la actual falta de locales y oficinas en nuestra ciudad y la construcción de este tipo de edificios podría liberar al Ensanche, maravilloso lugar de nuestra ciudad, y recuperarlo de nuevo como zona de vivienda. Los rascacielos también pueden ser una solución ante la falta de suelo, pero no a costa de un aumento de la densidad de la población.

-¿Y en el plano simbólico y puramente esteticista, Barcelona necesita rascacielos?
En el aspecto estético, existe una discusión acerca de si los rascacielos estropearan el skyline tradicional de la ciudad. Personalmente pienso que los edificios altos no tienen por qué afectar sustancialmente el paisaje y el tejido histórico de una ciudad. Hay, por ejemplo, casos muy bien resueltos en los cascos históricos de diversas ciudades europeas, como Londres, Milán o incluso París, en las que se han construido torres en los centros históricos para esponjar y reforzar funcionalmente determinadas zonas. Hoy en día edificios de más de 25 plantas son frecuentes en muchas ciudades, ya que ofrecen ventajas de concentración de actividades, dominio panorámico y protagonismo visual.

-Hablar de rascacielos en Barcelona es una cuestión casi de ‘materia reservada…’
            Antes, ahora no tanto. Hablar de rascacielos en esta ciudad era un tema tabú, hace solo cinco años. Sin embargo desde hace unos meses se ha destapado el tema y solo se habla de ello.

-Pero, ¿se habla de rascacielos o sucedáneos de rascacielos?
Sí. Los rascacielos de los que hablamos estas últimas semanas en realidad están muy lejos de las magnitudes de los edificios más altos del mundo. Hemos de hablar, más propiamente, de torres. Esparcidas a lo largo de la trama urbana. ¡Pero este es el modelo de la ciudad…!

-No estaremos a la altura
            En 1980 Estados Unidos tenía los diez edificios más altos del mundo, pero ahora, en el año 2000 solo tiene cuatro. ¿Están a la altura Estados Unidos…? Lo cierto es que hoy el nuevo centro de interés en la construcción de rascacielos se encuentra en el sudeste asiático. Las torres Petronas de Kuala Lumpur, que tiene la vertiginosa altura de 452  metros , tres veces más que nuestras torres de la villa olímpica, son el ejemplo de la nueva era de la arquitectura de rascacielos y han arrebatado la primera posición en cuanto altura a las torres Sears de Chicago. Creo que en la actualidad hay proyectos en estudio que superaran a las mismas torres Petronas. Pero todo ello centrado en Asia y Australia. En Europa nos movemos en escalas más bajas. Solo hay un proyecto de ‘gran altura’ en Europa, construir una torre en Londres, que sería la más alta de Europa. Y está en la city de Londres.

-¿Qué proyecto es?
No tengo mucha información, pero creo que de realizarse seria la London Bridge Tower, que tendría 420 metros, con 87 pisos, que rebasaría con distancia al edificio del Commerbank de Frankfurt, que tiene 299 metros, e incluso la torre Eiffel, de 319 metros, aunque esta no es un rascacielos.

-¿Qué ventajas o inconvenientes tiene un rascacielos para el entorno urbanístico global de una ciudad?
            Yo veo más ventajas que inconvenientes. Tal como se está pensado proyectarlos en Barcelona no afectarán al entorno urbanístico global. Yo diría, que incluso lo mejorara. Lo refuerza. Todas las ciudades tienen edificios simbólicos, y muchos de ellos son rascacielos. Un rascacielos ha de servir para la proyección internacional de Barcelona. Ha de ser como una marca. Una imagen. Aunque es verdad que será la propia historia quien decidirá qué edificio se queda o no como imagen y marca de la ciudad, de una época o de un siglo, un rascacielos bien hecho tiene muchos puntos en convertirse en un verdadero icono de la ciudad. Ahora vivimos una etapa muy creativa en Barcelona. Estoy seguro que alguno de los edificios que ahora estamos valorando quedará como el gran icono cultural de la Barcelona de este momento.

Angel Joaniquet
 




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