martes, 24 de diciembre de 2013

Jorge Núñez Segura (pintor marítimo)

Núñez Segura en su estudio barcelonés, con el cuadro el naufragio del 'Maria Assumpta'

[Entrevista publicada en la revista ‘nautas’ otoño 2005]
UNA VISION DEL MAR, EL VIENTO, LAS VELAS Y LAS OLAS

Han dicho de él que es el mejor pintor español de veleros y del mar. Como señaló el crítico de arte José Rubio en el diario ABC, Jorge Núñez Segura “tiene la misma manera que han tenido siempre los pintores ingleses al tratar los barcos y el mar”.

Este pintor barcelonés, de procedencia paterna ferrolana y materna madrileña, hijo y nieto de marinos, [su padre fue práctico en el puerto de Barcelona y su tío Francisco Núñez Rodríguez fue almirante y gobernador de la antigua Guinea Española], es un pionero de la pintura marítima española.

“El aprecio que los entendidos tienen de su arte, sobre todo en Inglaterra, país sensible por excelencia a todo lo relacionado con el mar y la pintura paisajística, acreditan su práctica y cualidad expresiva, basada en un cromatismo sutil, un equilibrio de la composición y la seguridad de la pincelada” -escribía un crítico en la revista Mediterránea-

            -Yo he sido la oveja negra de la familia, no he seguido la tradición familiar, es decir no he sido un marino profesional como ellos hubieran querido que fuese. Pero en el fondo este substrato ha pesado tanto en mí, y en toda mi vida he mantenido un ligazón estrechísimo con el mar, a través de la pintura. Pinto el mar y a sus hombres, los barcos y sus ambientes, porque me sale de forma natural, casi sin querer, -nos comenta Núñez  Segura.

- Pero usted ha navegado, conoce en mar por dentro…
            Claro y navego, como hobby. Pero a pesar de que realicé estudios náuticos, en la Escuela Náutica de Barcelona y navegué embarcado en los mercantes españoles que “hacían el Atlántico”, pronto lo dejé para poder pintar, y el mar se ha convertido en mi fuente principal de inspiración.

-  A mediados de los años cincuenta deja la carrera náutica y se va de España.
            Me desplazo a Paris, donde conozco una nueva forma de entender la vida y con la excusa de perfeccionar mi técnica pictórica, me asiento en la ciudad francesa donde viví un momento de formación bohemia, ya que a nivel técnico era muy difícil aprender algo más, pues, durante mis años en Barcelona, pasé por el estudio de uno de los mejores  retratistas de la época,  Francisco Sainz de la Maza, que preparaba a futuros arquitectos en la técnica del dibujo, en su estudio barcelonés.

- ¿El perfeccionismo en el trazo del dibujo, que tanto caracteriza su obra, la aprendió rodeado de futuros arquitectos, en el paseo de Gracia de Barcelona? 
           Sí. Alguien me ha dicho que yo no pinto barcos, sino que los construyo en el lienzo. Este es el valor que muchos dan a mi pintura. Son barcos reales, no invenciones de aficionados que no entienden de arquitectura naval y se atreven a pintar barcos. Hay artistas que pretenden pintar cuadros de  barcos y veleros y no saben por dónde viene el viento. No entresacan el auténtico escenario en donde se mueven los barcos, es decir el mar, las dársenas. Quieren pintar un noray y no saben para que sirve realmente. Este desconocimiento se nota en el resultado final, que hace que esos cuadros parezcan falsos.

- ¿Cómo llega a Inglaterra?
            De París me fui a Londres y en Inglaterra me caso con una artista inglesa, Jane Webster, mi esposa, con la que comparto, hasta la fecha, pasión por la pintura y por los paisajes de la campiña y el litoral inglés.

- ¿En Inglaterra redescubre el mar?
            En cierto modo. Pero a mí nadie me tenía que descubrir el mar, lo mamé desde pequeño en mi familia, Como decía, toda mi familia procedía de la  profesión de marino. Pero sí es verdad, que aquí, en Inglaterra, descubrí una nueva forma de ver el mar, pero en el arte. De interpretar en pintura todo el dramatismo de la naturaleza marítima.

- Y del estilo del pintar inglés, ¿supongo?
            Soy un fervoroso admirador de la pintura de Jack Spurling y Montagne Dawson, ya desde pequeñito. Desde que mi padre me traía estampas de barcos, regaladas por capitanes de buques que atracaban en Barcelona. Muchos de esos grabados eran reproducciones de cuadros de estos artistas. Creo que son ellos los que mejor han  sabido captar  la manera de pintar los barcos y los mares y creo que fue lo que provocaron que aquel niño, una vez mayor, se dedicara a pintar.

En cierto modo, estos pequeños detalles de la infancia son lo que nos marcan  toda una vida.

La obra de Nunez está repartida en todo el mundo, su estilo, reconocido por los más exigentes críticos y expertos de la pintura histórica y marítima. Su nombre tiene referencias en un diccionario tan objetivo como The Dictionary of Sea Painters of Europe and America, de E.H.H. Archibald, conservador del Museo Marítimo de Greewicht y en ediciones del SeaBreezes o del ChasseMarée. Jorge Núñez, es un heredero de esa forma de colorear los lienzos con grandes temas marinos, que tanto gusta a los ingleses, que lo consideran un pintor propio. Su reconocimiento es tal que la R.N.L.I. (la Royal National Lifeboat Institution, sociedad de salvamento marítimo) posee varios cuadros suyos, y el artista donó el día de la botadura del “Citty of Sheffield”, una de las embarcaciones de salvamento, un cuadro que representa a esta embarcación que compartió bautismo con su amiga la duquesa de Kent, esposa del presidente de la R.N.L.I. Sus cuadros están en Poole (Desset) en la sede de la R.N.L.I. y en España se encuentra obra suya  en el Museo Naval de Madrid, donde se exhibe su famoso cuadro del Galatea, y los hundimientos del Jaime I y el Baleares, y en el Museo Marítimo barcelonés, donde a parte de varios cuadros, ilustró una sala sobre la construcción naval en la historia, con 14 obras suyas. También hay cuadros suyos en la Subsecretaria de Pesca Marítima, de Madrid, en el Museo Ponce de Puerto Rico, en la Ecole Navale de Livorno, donde preside un inmenso mural el despacho del almirante de la zona, así como en innumerables museos de Inglaterra como el Garden Galery, en Hachey House y el museo de Loughborough.

- Sus pinturas están en todo el mundo, incluso en el fondo del mar.
En octubre de 1.990, una colección de mis cuadros que se habían exhibido en el Centro Cultural de Palma e iban embarcados para su regreso a Barcelona a bordo del mercante Uralar III. Debido a un temporal de Norte, el contenedor, en el que iban alojados estos cuadros, cayó al mar, perdiéndose esta obra a más de 2.000 metros de profundidad.

El mar tiene esas cosas. En la trayectoria de Núñez Segura, detalles como este aún dan mayor valor dramático su obra.

- El dramatismo de sus cuadros hace que Ud. sea relacionado con las grandes tragedias de las gestas náuticas. ¡Incluso ha presenciado naufragios en directo...!
Fui testigo presencial del naufragio del Maria Asumpta, en 1995. Esta embarcación era una polancra-goleta construida en la playa de Badalona en 1.858 y que abandonada como pontón en el puerto de Málaga, en el año 1.982 fue adquirida por Mark Lichtfield, un inglés que la restauró y la utilizó para realizar navegaciones en chárter a lo largo y ancho del Atlántico y del Mediterráneo. Esto fue hasta que, después de diez años de muchas navegaciones, en un mes de mayo de 1.995 [todas las primaveras, Núñez pasa una larga temporada en la costa de Cornualles, para inspirarse y pintar la campiña y los acantilados de la zona], esta goleta naufragó frente los acantilados del mar de Cornuelles (Inglaterra). La goleta tenía como puerto base la rada inglesa de Charles Town y en este viaje, vi al Maria Asumpta naufragando. Sufrí ver como se hundía de forma irrecuperable en la entrada de Padstow, sin poder hacer nada. Era un dia de fuerte temporal.

- ¿La reconoció…?
Sí. La tenía muy vista. Nunca olvidaré la escena. Me encontraba allí pintando, cuando de pronto vi que una embarcación mastilada iba a la deriva y acabó empotrándose en el acantilado. Cuando se acabó el rescate fui a visitar a su armador, mi viejo amigo Mark. Estaba abatido y depresivo, por la muerte de tres de los enrolados a bordo y por el hundimiento de esta joya de la arquitectura naval destrozada y perdida para siempre. Se lamentaba de aquella desgracia, y pretendía no pensar más en su goleta mediterránea destrozada frente estos acantilados, tan lejos de su mar de origen... Fue horrible aquella visita. Después hice un cuadro. Un homenaje a este velero y a los hombres que estuvieron en algún momento de su vida a bordo de él. No he querido vender este cuadro.

El mar, como origen de todo, es la meta última de todo marino, pensé.

Angel Joaniquet

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