Antoni Tapies en su casa de Barcelona, en junio de 1981, a cuatro mese de su exposición en New York (foto: Sergio Lainz) |
[Entrevista
publicada en la revista 'Cara a Cara', de julio
1981]
IDENTIFICADO CON LA CULTURA SUNG
A Antoni Tapies se le encuentra en todos los tratados de pintura contemporánea. Es pretensioso resumir su aportación al arte de hoy con unas cuantas palabras. Los principales museos del mundo hospedan su obra y el reconocimiento de su labor no se basa en el vagabundeo del artista en mejorar su imagen o a sus relaciones públicas. Puede que sea por que se identifica co la cultura china de la época Sung. No quiere desarraigarse de sus origenes, por ello vive entre Paris y Barcelona, aunque, Nueva York, es, eventualmente, el otro vértice del triángulo de su actividad.
A Antoni Tapies se le encuentra en todos los tratados de pintura contemporánea. Es pretensioso resumir su aportación al arte de hoy con unas cuantas palabras. Los principales museos del mundo hospedan su obra y el reconocimiento de su labor no se basa en el vagabundeo del artista en mejorar su imagen o a sus relaciones públicas. Puede que sea por que se identifica co la cultura china de la época Sung. No quiere desarraigarse de sus origenes, por ello vive entre Paris y Barcelona, aunque, Nueva York, es, eventualmente, el otro vértice del triángulo de su actividad.
-¿Por qué eventualmente Nueva
York?
Si
bien es verdad que paso gran parte de mi vida entre París y Barcelona, últimamente
paro mucho por Nueva York. Ahora voy bastante, pero siempre de forma ocasional.
Por algún tipo de compromiso. A modo de anécdota te diré que no me gusta ir a
Nueva York por que me da un miedo terrible cruzar el Atlántico en avión. Por
eso intento ahorrar al máximo los viajes hacia allí… Me han propuesto hacer una
exposición en el Museo de Arte Moderno de México y he rogado que la hagan
coincidir con mi estancia en Estado Unidos, el próximo octubre, para aprovechar
mi presencia en América y no tener que cruzar de nuevo el océano.
-Si tú presencia física,
que no artística, es esporádica en Nueva York, no ocurre lo mismo en la ciudad
del Sena. ¿Cómo fue tu descubrimiento de París?
Ir por primera vez a París, en el año
50 y por medio de una beca que me concedió el gobierno francés, fue para mí
descubrir la libertad. En unos momentos en que aquí tenías todo tipo de
censuras, llegar a París y ver que podría comprar en una librería la obra que me
daba la gana, con plena libertad, y tener la seguridad de que el autor había
escrito lo que realmente había querido, sin
ningún tipo de presión externa, ni censura, fue una experiencia
realmente importante para mi en aquel tiempo.
(La
habitación de la casa estudio de Tapies en el barrio barcelonés de Sant Gervasi
es agradable. Un exuberante jardín interior crea una atmósfera sombría,
acogedora en un caluroso día de junio).
-¿Y tú conocimiento de
Nueva York cómo fue? En realidad has sido uno de los europeos adelantados en
descubrir la magia de Manhattan…
Mi encuentro con Nueva York va ligado estrechamente
al momento del triunfo de la pintura americana al principios de los 50, una
corriente que era muy poco conocida en Europa.
-Por aquellas fechas
montaste una exposición en Chicago.
Sí,
en el 53. Lo importante de aquella muestra fue que me sirvió para conocer en vivo
un tipo de pintura que se hacía en América y de la que Europa no estaba aún
informada. En este sentido, me sirvió para adelantarme en el conocimiento de la
pintura americana.
-¿Era el
action-painting?
Sí, con pintores como Pollock, Kooning
o Motherwell.
-Y aquel contacto debió
serte muy útil
Evidentemente. Me fue muy útil, y no
solo por conocer las pinturas, sino también por tratar a las personas que las
hacían. Con Robert Motherwell, por ejemplo, he mantenido una gran amistad desde
entonces.
(Un
Picasso, un Miró, una tablilla funeraria del Egipto de los faraones, una madera
policromada del mejor románico catalán, forman parte de la decoración de la
estancia donde conversamos, en perfecta armonía con la vegetación que brota
tras la vidriera)
-¿El cambio del centro
de creatividad mundial, sobre todo después de la segunda Guerra Mundial, de
París a Nueva York, ha significado algo en el arte? ¿Existe realmente una
fiebre creativa en New York o el cambio se debe simplemente a que el dólar ha
preferido dominar el mercado artístico desde casa, desbancando por la fuerza a
París?
Mira. Esta es una historia que depende
de quién te la explique. El que vive en Nueva York piensa que es el centro de
todas las actividades artísticas, los que están en París, te dirán lo contrario.
La verdad es que las grandes exposiciones generales siguen produciéndose en
París. A lo mejor porque allí hay mayor tradición de mostrar cosas que se
producen en otros países.
-A pesar del tópico
chauvinismo.
Es curioso, pero a pesar del
chauvinismo. En cuestión de arte los franceses han sido muy abiertos y han
sabido crear una Escuela de París, cuyos integrantes son casi todos no
franceses.
-Antoni, ¿crees que
existe un temperamento artístico mediterráneo, latino, y un temperamento sajón?
Hoy el mundo está perdiendo fronteras
y estas limitaciones no se ven tanto. A pesar de ello, hay gente que continúa
creyendo que el Mediterráneo es el ombligo del mundo cultural. Yo no lo creo.
Creo que durante los últimos siglos la cultura anglosajona ha sido la que ha
marcado los grandes hitos de la Humanidad, pero, claro, también ha tenido
grandes errores.
-¿Cómo cúales?
El desarrollo de la cultura sajona ha
estado muy ligado a la explosión de la técnica y del industrialismo y hemos de
reconocer que no ha sido muy feliz el resultado de este maridaje. Al
lanzamiento de la técnica y de la industria no lo ha seguido, paralelamente, un
avance del desarrollo espiritual de la persona. Ha existido un gran desfase.
-Tú, precisamente, has
estado encasillado en un tipo de arte que es muy propio de la sociedad
industrial, la sociedad urbana; lo que los entendidos han llamado arte pobre,
arte sucio: el informalismo.
Los críticos encasillan. Yo nunca he
pensado que hacía arte informal, igual que Bracque o Picasso nunca supieron que
ellos experimentaban a principios de siglo con la pintura cubista. Esto lo han
dicho los críticos. A mí no me gustan las etiquetas e intento defenderme de
ellas.
-Por lo que dices, no
crees en la intelectualización del arte. ¿Para producir tienes que estar
inspirado?
Yo soy un gran intuitivo. Creo que el
mecanismo de creación del artista siempre ha tenido que ser la inspiración.
Aunque no sé si esto tiene que ver con las antiguas musas. Son impulsos
inconscientes, en el sentido de bucear en los más hondo, y no sólo en el de tu
propio yo, sino en el inconsciente colectivo. Creo que éste es uno de los
motores del artista.
-¿Un graffitti, una
pintada callejera, puede responder a éste estado de ánimo, a este sentir inconsciente
de la colectividad?
Yo ya he dicho alguna vez que a mí
leer una pintada, ver un signo en un muro de la ciudad, una protesta, siempre
me ha causado una rara emoción, a veces mucho más que observar un cuadro en un
museo; y esto es debido a que todo signo plástico es para mí de mayor
importancia cuando su contenido vivo responde a una motivación apremiante de
protesta o de lucha por algo urgente.
-¿Crees que el arte ha
de responder a una funciónalidad concreta en el momento social en que vive el
artista, más que a su capricho creativo?
Ambas facetas se combinan. Se ha dicho
que las circunstancias socioeconómicas, el ambiente que rodea al artista y tal,
le influyen. Es decir que el artista sería una especie de notario social. Pero
a veces pienso que es al revés, que la inspiración del artista por sí misma
puede forjar la realidad social y económica. La cultura es como una bomba de
relojería que puede explotar en cualquier momento. Sus efectos a veces no son
sólo contemporáneos; puede ser que incluso estén pensados para el futuro.
-Para simplificar hemos
dicho que tú has estado encasillado en un tipo de arte definido por la
civilización industrial, por la civilización urbana, ¿Crees que puede existir
hoy un arte rural?
Más que rural, yo diría que de vuelta
a los ritmos de la naturaleza. Es lo que promueven los movimientos genéricamente
englobados en el concepto de ecologistas. La vuelta a la naturaleza es
necesaria por eso que explicábamos antes, por el desfase entre el gran
desarrollo de la técnica y el infradesarrollo del hombre sumergido en la
civilización de la técnica. Nuestras raíces están en la naturaleza. Es lógico
que hoy haya una tendencia de volver a ella, y supongo que esta tendencia
creará un tipo de cultura, en definitiva, un tipo de arte.
-En tu tiempo libre, ¿qué
haces?
Pues no sé. No sé qué contestarte.
Creo que no tengo nunca momentos de ocio. Este es el problema que me plantea tu
pregunta. No sé si mi vida es un ocio continuado o un trabajo ininterrumpido.
-Supongo que pintar,
para ti, no es ocio.
Depende. Hay veces que pintando
constato que me divierto, sobre todo buscando nuevos materiales, haciendo
pruebas. Cuando dejo de pintar dedico el tiempo a prepararme, porque opino que
lo importante para mí no es ser un buen pintor, sino un hombre decentemente
formado, un hombre con una mínima formación espiritual.
-¿Y de tu formación
física qué? ¿Practicas algún deporte?
He estado muy desconectado del
deporte, de muy joven estuve gravemente enfermo de los pulmones y aquello me
imposibilitó practicar el deporte de una manera seria. Lo que si hago es andar
por el bosque.
-¿Coleccionas algo?
No tengo una manía coleccionista, pero
sí me gusta estar rodeado de cosas. Ya desde joven me habían influido, me
habían estimulado espiritualmente a coleccionar. Siempre me ha gustado tener
cuadros y objetos. Y sobre todo libros. Soy un coleccionista de libros. Soy de
los que siguen pensando que son nuestros mejores amigos.
-¿Qué libros tienes?
De todo. Quizá tenga una cierta
debilidad por el libro ilustrado, o por el libro como un objeto estético en su
conjunto.
-Sé que te interesa la
gastronomía. ¿Existe algún tipo de cocina, de plato por el que tengas una
especial predilección?
No. No soy un gran sibarita en lo
gastronómico. Aunque tengo gran apetito, no soy un gourmet, debido, posiblemente,
a mi salud. Me gusta que la cocina sea lo más natural posible. Me gustan las
comidas crudas. Creo que es lo que defiende la llamada “nueva cocina francesa”,
que tiene muy poco de nueva. Por esto me gusta la cocina japonesa y la
vietnamita, que aparte de entusiasmarme como todo lo que proviene de Extremo
Oriente, tiene esa característica de ser muy naturales, con muchos elementos
crudos. Mucha gente interpreta esto como propio de una cocina pobre y yo creo
que es la más rica, sana y adecuada. Un tipo de cocina donde abunda la brasa, y
las hortalizas, sin grandes complicaciones culinarias como lo es la que se basa
en cremas de leche y muchas grasas, tipo francés.
-Similar a algunos
platos que se encuentran aquí en Cataluña.
Muchos japoneses a lo que he
acompañado en restaurantes de Barcelona me han señalado que nuestra cocina es
muy natural y que en cierto modo se parece a la suya. Por otro lado, creo que
esta tendencia a lo natural en el comer se da ahora en todo el mundo. En París,
en Londres, en Tokio, hay ganas de ofrecer naturalidad, presentada además con
un gran gusto estético.
-Ya que has utilizado la
palabra, ¿Qué es para ti la estética?
Es una cosa muy simple y a veces muy
complicado de definir. Para mí la estética sigue estando en las grandes
tradiciones ligadas siempre a los medios o instrumentos para alcanzar el
conocimiento, y sin olvidar que este conocimiento sólo se puede conseguir
mediante un comportamiento ético. En pocas palabras, creo que la estética y la
ética son una búsqueda para el mejoramiento del hombre, una búsqueda del
conocimiento y del comportamiento correcto de la humanidad, en la que por
tanto, la política no está ausente.
-¿Crees que es
importante la firma en un cuadro?
Yo creo que sí, ¿eh? Parece una cosa un poco tonta y hay gente que piensa que
la firma solo sirve como exponente del valor monetario de la obra, pero yo lo
veo de otra manera, en el sentido de poder identificar fácilmente si un cuadro
es de Picasso, Miró, o de quien sea…
-¿Solo con el contenido
de la obra no se puede identificar la personalidad de un artista?
A veces no, hay artistas que varían
mucho de estilo, es el caso de Picasso. Es importante saber que un cuadro es de
un artista determinado. Cuando la gente sabe que el cuadro que mira es de un
autor determinado, no solamente ve lo que está mirando sino que tiene también
todo el eco de las demás obras que el artista ha creado con anterioridad. Esto
ayuda a comprender más el mensaje del pintor.
-Dentro de la historia
de la humanidad, ¿qué periodo te gusta en particular, en el caso de que exista
algún periodo que te agrade?
El periodo que más me atrae en pintura
es el que desarrolla la cultura humanista china, en la época Sung, del siglo X
al XIII de la era occidental. Es uno de los grandes momentos de la cultura
clásica china, una época que podría representarse por medio de aquellos dibujos
en tinta china de una sobriedad y una sencillez de trazado verdaderamente
deslumbrante.
-¿Te sientes más identificado
con las culturas orientales que con la cultura occidental?
Sí, mucho más. Tengo la sensación de
que un tipo de sabiduría como la del budismo zen hoy día es mucho más
comprensible, mucho más próximo a una mentalidad contemporánea que todas las
carcasas de la educación tradicional que hemos recibido en Europa.
-Háblanos de tu próxima
exposición, la que vas a presentar en Nueva York en octubre.
Sobre esto tengo que decirte que no
soy de ese tipo de pintores que preparan una exposición. Mis exposiciones nunca
han tenido una coherencia temática, ni sus obras están encuadradas bajo un
calificativo común. Yo trabajo cuadro por cuadro y cada cuadro es en sí mismo
una individualidad, autónoma e independiente. Un cuadro ha de tener por sí solo
suficiente fuerza y personalidad. Por lo tanto no trabajo con una temática única.
Lo que he hecho desde que acabé mi exposición en Barcelona, es ir pintando, y
esos cuadros son los que se están enviando a Nueva York para la exposición.
-Una faceta importante
de tu actividad ha sido la elaboración de carteles. ¿Tienes un planteamiento
diferente cuando trabajas sobre un cartel?
Sí. A veces, en cuanto a carteles se
refiere, trabajo por encargo. Se me propone un tema en el que me tengo que
manifestar y elaborar un cartel si estoy de acuerdo en dicho tema. Entonces
busco ponerme en un estado de ánimo, compenetrarme con aquel problema sobre el
que se me ha encargado que trabaje y realizo la obra una vez he asumido
realmente la propuesta. Por ello dejo ir mi inconsciente y sale el producto
materializado. Como hago con mis cuadros.
-Últimamente has
realizado uno de los carteles conmemorativos del Mundial de Fútbol del 1982, el
de la sede barcelonesa, ¿qué piensas de tu cartel y de los restantes?
No conozco los otros. En mi caso me
sorprendió mucho que me lo encargaran, porque…, confieso que nunca he ido al
fútbol. Incluso durante algún tiempo le he tenido bastante manía, porque me
parecía que con el fútbol se distraía a la gente de otros problemas más
esenciales.
-¿Eso no choca con el
método de trabajo que acabas de explicar?
Sí,
realmente choca un poco… Y por ello el cartel que he hecho es seguramente algo
negativo. He hecho una pelota tachada con una cruz, como si tuviera manía a la
pelota, pero parece que ha gustado y ha tenido cierto éxito. A pesar de todo,
me costó mucho hacerlo, me tuvieron que presionar mucho para que lo hiciera, me
tuvieron que explicar la importancia del cartel, se me insistió mucho, porque
en un principio no lo tenía muy claro.
(Conversación
traducida del catalán)
Angel Joaniquet