LEOPOLDO RODÉS, LA SEDUCCIÓN POR EL ARTE
[Entrevista publicada en otoño 2005, en la sección 'encuentros' de Royal Club foto: Diego Muñoz]
Leopoldo o la seducción por el
arte. Leopoldo Rodés Castañé nació en 1935 en Barcelona. Hijo de abogado,
también estudió Derecho. No podía ser de otra forma, nos dice. Presidente de
MediaPlanning, presidente de honor del Instituto de la Empresa Familiar y
miembro de su junta directiva desde su fundación, es consejero de Sogecable, La
Caixa y Gas Natural y presidente de Asepeyo, del patronato de la Universidad
Ramon Llull, de la Fundación del Museo Arte Contemporáneo de Barcelona… ¿Me
olvido algo?...
Pero, además de su destacada trayectoria
profesional, empresarial, humana, es notoria su faceta de promotor artístico y
de tener una gran pasión por el arte. Esta es la faceta que nos interesa en
este encuentro que mantenemos en su casa, cerca del monasterio de Pedralbes.
Una pasión que se nos desvela en esta entrevista.
-Es notorio que usted es un gran aficionado al arte ¿Cuándo empezó a
interesarse por este mundo?
Desde niño he
tenido una especial sensibilidad hacia el objeto artístico. Supongo que mi
entorno familiar también lo favorecía, porque siempre he visto pinturas en casa.
También disponíamos de una buena biblioteca que me facilitaba la información y
los datos que me permitían completar un conocimiento más profundo de las obras de arte que me gustaban.
-Y esta pasión ha ido creciendo con los años…
Por supuesto. Además
viajo con mucha frecuencia, lo que me da la oportunidad de visitar museos.
Siempre he tenido gran interés por l evolución del arte y ello me ha llevado a
tomar contacto con los movimientos artísticos de cada momento.
-¿Esta visión amplia e histórica
del arte hace que le guste algún periodo determinado?
Precisamente
por esta visión global aprecio todos los periodos de la historia del arte.
Todos tienen interés para mí. Creo que si te gusta el arte reconoces que toda
producción artística del hombre tiene un interés especial.
-¿Cómo reconoce que un objeto tiene un duende especial?
Me guió por el
instinto y, por supuesto, por mi conocimiento, Cundo adquiero una obra me la
imagino siempre conviviendo con ella. Forma parte de mi vida. Por ello me ha de
gustar, sentirme a gusto con ella. Si he
de convivir con ella he de sentirme
gusto con ella, cada vez que tropiece con ella…. Sería absurdo tener una
obra que no te guste. Este es mi criterio de selección. Sé que para muchos esto
es una forma poco ortodoxa para adquirir un objeto, pero yo me guio por este
sentimiento tan subjetivo.
-¿Y si se enamora de un pieza que está en un museo?
Me encantan
los museos. Me gusta recorrer sus salas y siempre aprovecho la ocasión de
visitarlos. Sé dónde hay piezas que me seducen y disfruto contemplándolas en un
entono apropiado para gozar del arte, como lo es un museo.
-¿Se considera coleccionista de arte?
No. Yo soy un
amante del arte. Ante todo, una obra me tiene que seducir por ella misma y llegado
a este punto, disfruto contemplándola. No busco poseer un cuadro a un autor
determinado, y menos por su rendimiento económico. Lo que a mí me motiva a
comprar una pieza es que realmente me guste. Tengo piezas de arte, aquí en csa,
porque estoy a gusto con ellas y no por un afán coleccionista. Por ello, si no
tengo un lugar adecuado para ubicarla y poder disfrutar de ella, no la adquiero
y voy a contemplarla a un museo o a una galería, que en el fondo creo son los
espacios idóneos para descubrir el arte.
-Así que, ¿se puede ser amante del arte sin ser coleccionista?
Por
descontado. Hay muchas personas a las que les interés el arte, aunque no posean
una sola obra en su casa.
-¿Y hay coleccionistas a los que no les gusta el arte?
Puede que sí,
pero debe ser pocos, porque un coleccionista es, en el fondo, un enamorado del
arte. Y si al principio no lo es, a la larga termina rindiéndose hacia él.
-¿Cuándo adquirió su primera pieza artística?
De muy joven.
Sería inexacto decir que desde que tengo uso de razón, pero creo que es así.
-¿La primera significativa?
Creo que fue
alrededor de los 20 años y era una obra de Antoni Tàpies que, sin duda tuvo una
cierta relevancia después de comprarla.
-¿Era el inicio de Tàpies?
Su inicio en
el arte abstracto.
-¿Qué le atrajo de aquel cuadro para conectar con la sensibilidad de
este artista en un momento en que su arte aún no era reconocido y en unas
fechas, supongo, que su forma de hacer era demasiado adelantado para la
mentalidad española de la época?
No es que lo
entendiera mucho en aquel momento. La verdad es que fue un acto intuitivo, que
es, por otra parte, como siempre me he adentrado en el mundo del arte. Y a
pesar de que tenía escaso conocimiento del arte abstracto, seguí el consejo de
un amigo y me interesó esta obra que se salía de los esquemas que en aquellas
fechas nos tenían acostumbrados a ver.
-¿Ahora lo entiende más?
Evidentemente,
y compruebo que mi intuición no andaba errada.
-Esta compra, ¿fue entendida por su entorno familiar?
Recuerdo que a
mi madre no le gustó nada. Tuve hasta una cierta polémica, por no decir enfado,
con él. Incluso por el precio que pagué por el cuadro. Entonces yo le dije que
esta obra era baratísima, mientras mi padre me dijo que no tenía sentido.
Molesto, añadió, que esta ‘cosa’ que compré la podría haber pintado él, y no
solo esa, sino diez más como ella.
-Y pasado el tiempo, ¿Qué dijo?
La realidad
puso las cosas en su sitio y es evidente que aquella obra fue baratísima y mi
padre habría sido incapaz de realizarla.
-¿Aún la conserva?
Por supuesto.
Tengo por ella un especial cariño.
-¿Hacia a dónde va el arte en la actualidad?
Está en un
periodo de evolución muy importante. De cambio conceptual. El arte siempre
evoluciona, pero ahora va más deprisa, como la sociedad actual. Aún domina la
abstracción, aunque hay un movimiento de regreso al arte figurativo, pero no se
puede hablar de una tendencia determinada.
-¿No existe un cierto mimetismo que nos hace admirar obras, nos hace
visitar museos y recintos, que hemos elevado a la categoría de mitos, por los
catálogos de divulgación turística?
Puede ser,
pero este fenómeno turístico afecta a los museos de arte clásico reconocidos en
los que existen piezas como la Gioconda, la Rendición de Breda o el Gernika, y
que se venden como referencia turística. Sí, son objetos de obligada visita y
cuando se a París, Londres, Florencia o Nueva York hay que justificar el viaje
visitando ciertas obras de arte.
-El arte contemporáneo está en edificios, está encerrado en envoltorios
arquitectónicos que hacen más atractivas
estas visitas y desempeñan un papel importante para cautivar a un posible publico
receptor. ¿Qué piensa de ello?
Tal vez, pero
no se le tiene que dar más importancia ni exagerar su relevancia más de lo que
se merece. Reconozco que la arquitectura forma parte del arte, pero hay que ser
ecuánimes. A veces el arquitecto piensa más en la estética de su obra que en la
función, en este caso un museo, por la que diseña. Puede que se hayan
construido edificios en los que después
la exhibición es complicada. El continente que alberga la obra exhibida es importante,
pero no hay que olvidar que desde el punto de vista de la obra de arte el
contenido, es decir, la obra en sí, es lo realmente interesante.
-¿Qué museos son una referencia y no caen en este error?
Respecto a los
museos clásicos las referencias son las de siempre, el Prado, el Louvre, la
National Gallery de Londres, los Ufizzi, el Hermitage… Y si hablamos de arte
moderno, por supuesto el MOMA. En cuanto al arte actual, hoy por hoy los
centros más activos, están, en mi opinión, en Nueva York y, probablemente,
Londres y Berlín.
-¿Hay que ver el arte como un valor de mercado?
El arte es un
valor de creatividad humana, pero ésta se halla fuertemente influenciada por el
esplendo económico en el que el artista tiene su entorno de actividad. Así en
el Cinquecento el poder económico
hizo que Italia fuera el foco del arte. Allí surgieron los verdaderos creadores
del Renacimiento, o la Corte española de los Austrias, con el Siglo de Oro
español, o la Europa industrial del siglo XIX, cuyo foco económico estuvo entre
París y Londres. Hoy este poder económico se encuentra en Estados Unidos, y es
allí donde procede básicamente la actual creación artística. Esto no es bueno
ni malo, simplemente es así. El arte como valor de mercado va paralelo al signo
de la capacidad económica que lo engendra.
-¿Y esta pieza artística, pierde valor de mercado cuando se encierra en
un museo?
Depende del
museo. Para un Prado o un Louvre, la venta de una pieza carismática sería
impensable. Se montaría un gran escándalo. Pero hay museos que venden alguna
pieza y, por tanto, salen al circuito comercial.
-¿Asiste a subastas de arte?
No. Pero las
sigo. Forma parte de la afición por el arte. Y son ellas las que, en buena
medida, marcan el mercado y las tendencias.
Angel Joaniquet