'SUPERAR BORRASCAS Y LA SOLEDAD'
[Entrevista publicada en la revista Mediterránea de julio de 1995]
Angel Rojas, comodoro del Club
Vela Mataró, nos habla de su vinculación con el mar, tras finalizar y ganar las
1000 millas Barcelona-Ustica-Barcelona. Una regata disputada el pasado 24 de
junio, en la que salieron 12 barcos y solo la completaron tres, el Ciudad de
Mataró, de Angel Rojas, navegando en solitario, el StayVela, con los
hermanos Willy y Bruno García y el
Gloria, con Lluis Mas y Nadal, ambos navegando en pareja.
Rojas tiene 35 años y desde joven
se ha sentido atraído por el mar. En el año 1992 ganó una Mare Nostrum y el
mismo año participó en la trasatlántica cuyo destino era la isla de San
Bartolomé. Pero el motivo de esta entrevista es que nos hable de la pasada
regata Mil Millas, una durísima prueba que coincidió su salida con una violenta
borrasca, y una entrada fuerte de Tramontana en el mar Balear –primer tramo de
la prueba- que obligó a gran parte de la flota tener que abandonar la prueba.
-¿Te enteraste del abandono masivo de los participantes en las primeras
horas de iniciar la regata?
No, no tuve conocimiento hasta tres días antes de llegar a la meta en Barcelona,
ya finalizando la prueba.
-¡Fue fuerte el temporal que tuvisteis que superar, pocas horas de
comenzar la prueba!
Sí. Nos vino un fuerte viento de
norte. Esto, al comenzar una regata, es duro, ya que no estás aún amarinado.
Pero no le di mayor importancia. Lo tuve que aguantar y lo aguante. No pensé más
allá: salir del temporal y resistir. El viento me venía de través y me iba muy bien.
El barco aguantaba perfectamente, por lo que no le di mayor trascendencia a la meteorología
que tenía. Un temporal más…
-El único tripulante a bordo también aguantó
Iba mentalizado de que no era una
regata sencilla, por lo que estaba mentalizado de que iba a resistir todo lo
posible. En la navegación en solitario existe un trabajo previo de mentalización.
Antes de salir has de estar convencido donde te metes y preparado para afrontar las situaciones más difíciles que
puedes encontrarte en una navegación y sobre todo saber resolverlas. Creo que
si vas con este convencimiento, superas todos los inconvenientes, que son
muchos. Siempre que el barco aguante.
-¿Esto es lo más importante?
Sí, creo que sí. El barco es
quien te mantienen en el agua, navegando. Si falla él, todo se derrumba.
-Es el rozar el límite, pero sin romper
Llegar al límite, aunque estés compitiendo
en un regata, es un asunto delicado. Alcanzarlo, o rozarlo, es una cuestión personal.
Pero esto vale tanto a nivel de forzar el barco al límite, como el forzarte a ti
mismo. Por esto has de tener el barco perfectamente, por si tienes que llegar al
límite, al igual que a nivel personal, por ello has de estar preparado física y
psicológicamente, para poder ponerte al límite en un momento de necesidad. Pero
ya se sabe, si lo sobrepasas y no estas a
la altura, a veces te rompes. O rompes el barco. Por ello hay que estar preparado
para que esto no ocurra.
-¿Por qué te gusta navegar en solitario?
La navegación la puedes enfocar
como un deporte colectivo, cuando navegas con tripulación, o como un deporte
individual, como puede ser el atletismo o el tenis. En este caso es la fórmula
del solitario. Es la que me gusta a mí, porque es un reto contigo mismo.
-¿Cuándo lo pasa mal un navegante solitario?
Sin lugar a dudas, cuando hay
calma. Es desesperante, porque no haces nada y realmente no sabes que hacer.
Esta situación la tenía muy estudiada, por si me pasaba en la regata. Por
suerte no tuvimos encalmadas en los 9 días de navegación.
-¿Cuál fue el momento más difícil de la Mil Millas?
No encontré ninguno en especial.
Iba al ritmo del barco.
-¿Y el mejor?
Sin duda doblar la isla de
Ustica. La mitad de reto estaba hecho. Después, disfruté de una navegación muy tranquila
y relajada. Durante la vuelta tuve un viento de popa, que me impulsaba
directamente a Barcelona. También me emocionó saber, tres días antes de llegar
a Barcelona, de que era el único solitario que llegaba a meta. De esto me
enteré en aquel momento, y en el fondo fue una noticia que me supo a agridulce,
ya que sentí mucho el abandono de mis compañeros.
-¿No viste a nadie en toda la travesía?
Cuando doble Ustica, vi al Stay
que estaba a pocas millas de mí. Y todo el viaje de vuelta fue una navegación
en conserva entre ambos. Estuvimos juntos,
cierta distancia todo este trayecto. Llegamos el mismo día a Barcelona y
siempre nuestras velas estuvieron a la vista.
Angel Joaniquet