Enric Lacalle, delegado del Consorcio de la Zona Franca, impulsora de futuros rascacielos |
[Entrevista publicada en 'selectaBarcelona', otoño 2001]
"UN RASCACIELOS SERÁ EL ICONO DE
LA CIUDAD DEL SIGLO XXI"
La arquitectura de una ciudad es
el mejor símbolo de su proyección hacia el mundo. Y los rascacielos, hoy, son la
mejor muestra de esta proyección. Demuestran ‘su poder’, o para decirlo de una
forma más suave, su dinamismo y su presencia en el mundo. La cuestión de los rascacielos
siempre se ha movido en un ambiente de secretismo, mal visto por muchos
sectores de la ciudad. Enric Lacalle,
delegado del Consorci de la Zona Franca
de Barcelona no es de esta opinión. Ha querido hablar de forma sincera
sobre este tema. Le hemos entrevistado y le preguntamos si Barcelona, en este
sentido, ¿está a la altura que se merece?
Complicada
respuesta. Barcelona hasta el momento no tiene altos rascacielos, ni edificios
espectaculares por su altura, pero sí cuenta con una arquitectura de mucha calidad,
que la hace singular en el mundo entero.
-¿Alcanzar el cielo a través de la arquitectura es un reto de ciudad
del siglo XXI o es un reto que pertenece al pasado, es decir, a la arquitectura
del siglo XX?
Los
rascacielos aparecieron a finales del siglo XIX muy ligados a las nuevas e impetuosas
ciudades norteamericanas, como Chicago y Nueva York, que estaban emergiendo con
gran rapidez. El nacimiento de los rascacielos estuvo muy relacionado con la
escuela norteamericana que utilizó las nuevas técnicas y nuevos materiales que estaban
apareciendo y que revolucionaron la manera de edificar. Este método,
posteriormente, ha sido copiado por las
grandes urbes del planeta, sobre todo las más pujantes.
-Barcelona, es evidente, en el siglo XX dejó pasar el tren del alarde
arquitectónico visto a través del rascacielos. Ahora, en cambio con el cambio
de milenio, ¿quiere apostar por estos edificios?
Lo
importante no es si se hacen o no rascacielos. Lo fundamental es que Barcelona
se decante por la buena arquitectura, y si esta resulta ser de rascacielos,
¿por qué no construirlos? En realidad, muy pocos de los edificios altos que
tiene Barcelona pasan de los 100 metros y la mayoría de los que se están
estudiando en la actualidad, tampoco los rebasan. No creo, por tanto, que esto
sea relevante. Le puedo decir que muchos de estos edificios no se pueden
considerar rascacielos en el estricto sentido de la palabra, sino son más bien torres…
En mi opinión, estas construcciones, la mayoría de ellos destinadas a un uso
terciario, serán como esbeltas torres que quedarán dispersas por la ciudad y
han de ser como monumentos singulares por sí mismos, y sometidos a una rigurosa
exigencia de calidad. Estos edificios han de perseguir la singularidad, y, en algún
caso, convertirse en nuevos emblemas de la Barcelona del siglo XXI. Yo pienso
que en este tipo de edificios puede ser una excelente solución para las nuevas áreas
de la ciudad, como es la nueva Diagonal, la zona del Fòrum 2004 y la de la
Sagrera.
-¿Qué simbología tiene un rascacielos para una ciudad?
El rascacielos
da una imagen muy potente, de fuerza, de poder económico y tecnológico, de
modernidad. Son imágenes multiplicadas hasta el infinito por los medios
audiovisuales. Los rascacielos ofrecen
una simbología ligada al empuje empresarial, al dinamismo y a la innovación de
una colectividad. Esta es, y continua siendo, la imagen que trasmiten ciudades
famosas por sus rascacielos, como Chicago o Nuevas York, las ciudades que se
disputan el título de paternidad de este
tipo de edificación. Ahora este ideal está cautivando a las nuevas potencias
emergentes del sudeste asiático. Por supuesto, es obvio, que quieren dar esta
imagen de dinamismo y potencia, que pretenden proyectar a través de sus
rascacielos. Pero para nuestra ciudad este no debe ser el factor único para
construir o no rascacielos en Barcelona. Pero sí. Sin lugar a dudas, esta simbología
del rascacielos como imagen de poder, es la que existe y tenemos todos en la
cabeza.
-¿Barcelona puede soportar la construcción de rascacielos?
En un sentido económico
sí. Ello debido la falta de suelo urbanizable, y sobre todo la marcada
terciarización de nuestra economía. Los rascacielos pueden ser una solución para
la actual falta de locales y oficinas en nuestra ciudad y la construcción de
este tipo de edificios podría liberar al Ensanche, maravilloso lugar de nuestra
ciudad, y recuperarlo de nuevo como zona de vivienda. Los rascacielos también pueden
ser una solución ante la falta de suelo, pero no a costa de un aumento de la
densidad de la población.
-¿Y en el plano simbólico y puramente esteticista, Barcelona necesita
rascacielos?
En el aspecto
estético, existe una discusión acerca de si los rascacielos estropearan el skyline tradicional de la ciudad.
Personalmente pienso que los edificios altos no tienen por qué afectar sustancialmente
el paisaje y el tejido histórico de una ciudad. Hay, por ejemplo, casos muy
bien resueltos en los cascos históricos de diversas ciudades europeas, como
Londres, Milán o incluso París, en las que se han construido torres en los
centros históricos para esponjar y reforzar funcionalmente determinadas zonas.
Hoy en día edificios de más de 25 plantas son frecuentes en muchas ciudades, ya
que ofrecen ventajas de concentración de actividades, dominio panorámico y
protagonismo visual.
-Hablar de rascacielos en Barcelona es una cuestión casi de ‘materia
reservada…’
Antes,
ahora no tanto. Hablar de rascacielos en esta ciudad era un tema tabú, hace
solo cinco años. Sin embargo desde hace unos meses se ha destapado el tema y
solo se habla de ello.
-Pero, ¿se habla de rascacielos o sucedáneos de rascacielos?
Sí. Los
rascacielos de los que hablamos estas últimas semanas en realidad están muy
lejos de las magnitudes de los edificios más altos del mundo. Hemos de hablar,
más propiamente, de torres. Esparcidas a lo largo de la trama urbana. ¡Pero
este es el modelo de la ciudad…!
-No estaremos a la altura
En
1980 Estados Unidos tenía los diez edificios más altos del mundo, pero ahora,
en el año 2000 solo tiene cuatro. ¿Están a la altura Estados Unidos…? Lo cierto
es que hoy el nuevo centro de interés en la construcción de rascacielos se
encuentra en el sudeste asiático. Las torres
Petronas de Kuala Lumpur, que tiene la vertiginosa altura de 452 metros , tres veces más que nuestras torres
de la villa olímpica, son el ejemplo de la nueva era de la arquitectura de
rascacielos y han arrebatado la primera posición en cuanto altura a las torres Sears de Chicago. Creo que en la
actualidad hay proyectos en estudio que superaran a las mismas torres Petronas. Pero todo ello centrado
en Asia y Australia. En Europa nos movemos en escalas más bajas. Solo hay un
proyecto de ‘gran altura’ en Europa, construir una torre en Londres, que sería
la más alta de Europa. Y está en la city de Londres.
-¿Qué proyecto es?
No tengo mucha
información, pero creo que de realizarse seria la London Bridge Tower, que tendría 420 metros, con 87 pisos, que rebasaría
con distancia al edificio del Commerbank
de Frankfurt, que tiene 299 metros, e incluso la torre Eiffel, de 319 metros, aunque esta no es un rascacielos.
-¿Qué ventajas o inconvenientes tiene un rascacielos para el entorno urbanístico
global de una ciudad?
Yo
veo más ventajas que inconvenientes. Tal como se está pensado proyectarlos en
Barcelona no afectarán al entorno urbanístico global. Yo diría, que incluso lo mejorara.
Lo refuerza. Todas las ciudades tienen edificios simbólicos, y muchos de ellos
son rascacielos. Un rascacielos ha de servir para la proyección internacional de
Barcelona. Ha de ser como una marca. Una imagen. Aunque es verdad que será la
propia historia quien decidirá qué edificio se queda o no como imagen y marca
de la ciudad, de una época o de un siglo, un rascacielos bien hecho tiene
muchos puntos en convertirse en un verdadero icono de la ciudad. Ahora vivimos
una etapa muy creativa en Barcelona. Estoy seguro que alguno de los edificios
que ahora estamos valorando quedará como el gran icono cultural de la Barcelona
de este momento.
Angel Joaniquet
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