[Entrevista publicada en la revista ‘selectaBarcelona’, invierno
2003]
UN LIBERAL EN LA SACRISTIA
Marc Forné i Molné tiene alma liberal. Hijo de un
oficial de la República española exiliado en Andorra, nació en la Massana en
1946. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, ha trabajado como
burócrata en el departamento de Servicios Públicos del Consell General de les
Valls d’Andorra. Elegido el 12 de diciembre de 1993 conseller general del Grupo
Liberal andorrano, desde diciembre de 1994 es el jefe del Gobierno del
Principado de Andorra. Su política, inspirada en el liberalismo, intenta
mantener el bajo nivel de impuestos en este mini estado y evitar cualquier
deriva estatalista. Andorra se ha abierto al exterior, despojándose del paternalismo
encorsetado de sus copríncipes que los representaban a nivel internacional.
Para este paso de autosuficiencia se necesitaba de un personaje de talante ‘liberal’.
- ¿Cómo ve el presidente de un coprincipado de
origen medieval al país que gobierna, ya entrado en siglo XXI?
Como un país moderno que se está
preparando para los retos que nuestra sociedad actual. Un país que mantiene los
valores de su identidad, como seguir siendo un pueblo de acogida, y que
conserva y respeta las pequeñas cosas de la vida diaria, lo cotidiano.
- ‘Andorra, país
del Pirineo’, ¿qué significa este lema para Andorra en su personalidad y en su
economía?
El lema es acertadísimo. En pocas
palabras refleja nuestra identidad: somos el país de los Pirineos y esto marca
nuestra personalidad de gente enclavada en valles y montañas, orgullosos de
nuestra identidad como Estado.
- Andorra se está
homologando con el resto de la comunidad internacional, dejando de lado su
estructura de Estado feudal. ¿Qué ventajas y desventajas tiene esta
homologación?
No creo que haya desventaja alguna
en el hecho de habernos integrado en el ordenamiento jurídico y político
mundial. Al contrario, el reconocimiento internacional que ello conlleva es muy
beneficioso en todos los ámbitos, desde el estrictamente decisorio (la potestad
de decidir independientemente) hasta el meramente instrumental (algo tan
sencillo como tener un código telefónico internacional).
- ¿Se sentía
abrumados por la vecindad de dos grandes estados, de donde proceden sus
coprincipes?
En absoluto. Nuestros dos copríncipes
son la garantía de nuestra independencia, de nuestra identidad. Aparte mantenemos
unas relaciones excelentes con nuestros vecinos, de los que recibimos el mayor
número de turistas. Además, las comunidades extranjeras más consolidadas y
numerosas en Andorra son la española y la francesa. Por ello hemos subscrito
desde hace años tratados trilaterales entre los tres estados con la finalidad
de facilitar al máximo la circulación y el establecimiento recíprocos de sus
ciudadanos, además de subscribir un gran número de acuerdos puntuales tendentes
a solucionar muchos problemas en los ámbitos administrativo, educativo, de
seguridad social, cultural o de comunicaciones, entre otros.
- Hacia donde mira
más Andorra, ¿al Atlántico o al Mediterráneo?
Debido a su situación geográfica,
nuestras relaciones con los países del arco mediterráneo son más intensas. No
obstante, a modo de ejemplo, y tomando como referencia el turismo, los visitantes
de Portugal y el Reino Unido son cada vez más numerosos, por no citar al turista
francés que nos viene de la vertiente atlántica. También estamos experimentando
cierto auge del turismo procedente de países más alejados, como el caso de los
ciudadanos rusos, sobre todo en invierno, para esquiar.
- ¿Andorra es un país
más republicano que obispal?
Andorra no es ni republicana ni
obispal, porque de haber sido así no sería independiente. Además estos rasgos son
inherentes solo a nuestros copríncipes, ¡no
a nuestro Estado! Según nuestra constitución, Andorra adopta la forma de coprincipado
parlamentario y son justamente nuestros dos jefes de Estado, mediante su
equidad, los garantes de nuestra soberanía.
- ¿Entrar en las
instituciones internacionales ha servido para que Andorra sea reconocida como
un Estado propio?
El ingresar en organismos
internacionales ha significado para Andorra el paso de un reconocimiento de facto a un reconocimiento de iure, sobre todo por lo que respecta
a la posibilidad de regir unilateralmente su política internacional o la
facultad de subscribir tratados que consideremos más beneficiosos para el país,
sin intermediación alguna.
- ¿Qué coste económico
tiene este ‘lujo’ de estar en el mundo?
Mi país formará parte de los más
importantes foros internacionales, según sus posibilidades. Pero como ejemplo
le puedo decir que Andorra ha sido de los primeros países que habrá dedicado, a
finales de esta legislatura, el 0,7% de su presupuesto general a la Cooperación
Internacional. En este sentido, al principio de la legislatura, se creó, en el
seno del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Departamento de Asuntos
Multilaterales y Cooperación y Desarrollo, que estudia la idoneidad de nuestras
ayudas y propone destinatarios de las mismas. Por lo que respecta a la
representación internacional de Andorra, se está llevando a cabo de forma
racionalizada y con especial incidencia en países con los que nos unen
relaciones fuertes, tanto en el ámbito demográfico como en el económico.
- ¿Qué puede
decirle a la comunidad internacional un país como Andorra?
En mis recientes intervenciones ante
el plenario de la Asamblea de las Naciones Unidad siempre procuro hacer un
llamamiento a la paz, la misma paz que ha mantenido sin guerras a mi país
durante más de 700 años y que ha hecho pervivir su independencia y sus instituciones
a lo largo de todo este tiempo.
Angel Joaniquet
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